Marca de moda hispana
La ONG UNAHIS potencia la creatividad, el talento, la costura, el sector textil y los complementos para la moda universalizando así la MODA HISPANA, generando sinergias entre los modistos hispanos actuales y los nuevos talentos que se incorporan al sector.
Promoveremos encuentros en las municipalidades entre los modistos mas destacados del sector y los seleccionados por su trabajo como modistos incipientes.
En los desfiles que se organicen EL ABANICO será el signo de identidad hispana, favoreciendo así este sector artesanal, aunando a esto los diferentes sectores de complemento de la moda.
Actividades
Actividades:
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BREVE HISTORIA DEL ABANICO.
Ya sea como accesorio indispensable o como objeto de lujo y refinamiento, el abanico ha sido un objeto increíblemente útil a través de la historia. De madera, tela, plumas o papel —tanto para hombres como para mujeres— fue utilizado a través de los tiempos con un evidente fin práctico (¡un poco de aire!) pero también en funciones sociales, políticas y hasta militares.
Los primeros abanicos que aparecieron en Europa vinieron directamente desde Japón, en los baúles portugueses que, en el siglo XVI, llegaban cargados de especias y sedas. Rápidamente se convirtieron en un elemento refinado y lujoso adorado por la nobleza. Durante el Renacimiento, los abanicos fueron también un objeto de poder adoptado por mujeres muy influyentes como Isabel I en Inglaterra y Catalina de Médicis, que lo llevó a Francia desde Italia. Bajo el reino de Luis XIV se instituyó una corporación de abaniqueros.
Durante el período de auge del abanico, este ocupó un lugar central en la toilette femenina y todas las damas distinguidas debían saber cómo manejarlo. En efecto, los abanicos tenían un significado particular: sujetar el abanico abierto con las dos manos, significaba “es mejor que me olvides”, si se cubría el rostro significaba “cuidado, nos vigilan”, si se pasaba el abanico por los ojos significa “lo siento”, si se lo cerraba tocándose los ojos significaba “¿cuando te puedo ver?”, pasarlo de una mano a otra quería decir “sé que miras a otra”. Asimismo, su decoración tenía un sentido. Podía representar un pasaje de la vida personal a través de escenas particulares, como un compromiso, una boda o una muerte y también era el reflejo de las opiniones políticas. Los artesanos ingleses, italianos y franceses lo convirtieron en un objeto de arte, decorado con piedras preciosas, nácar, marfil, entre otras cosas: una verdadera joya.
Pero fue en España donde, en el siglo XIX, la producción se desarrolló en gran escala. Tras la Revolución Francesa, los artesanos franceses abandonaron el país para instalarse en España, sobre todo en Valencia y la producción de la ciudad, la Real Fábrica de Abanicos, se convirtió en la mayor de Europa.
A principios del siglo XX, los abanicos de plumas estuvieron en el candelero durante un tiempo, así como las bellísimas hojas pintadas sobre seda inspiradas en el Art Nouveau y el Art Déco. Sin embargo, las dos guerras mundiales pusieron fin al reinado del abanico por razones económicas y cambios en la moda.
Hoy, España y Japón siguen siendo los más grandes productores de abanicos y donde más se ve este accesorio en el uso cotidiano. Elegante, refinado, original y ecológico, el abanico tiene todas las capacidades para convertirse de nuevo en el accesorio insustituible en la cartera femenina.
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